domingo, 23 de agosto de 2009

El pueblo mapuche: Una cultura de museo

Por Sopaipilla con Palta y sin Zapallo


En cada museo histórico-natural chileno, desde la Patagonia hasta el extremo norte, existe una sección dedicada exclusivamente a nuestros pueblos ancestrales, aquellos indígenas que no utilizaban armas de fuego, sino palos y boleadoras, aquellos valientes hombres que resistieron la ocupación de sus territorios por el pueblo Inca y posteriormente por el Hispánico durante cientos de años, y después de la muerte de Lautaro y Caupolicán, quedaron sepultados en los libros de historia como el pueblo más vigoroso de la historia de nuestro país, y nadie lo pone en duda.


Lo que sí ponemos en duda, es la veracidad de las demandas de nuestros hermanos, nos echaron en el saco del progreso y no podemos salir. El pensamiento occidental nos convenció de que si no tenemos un televisor en nuestras casas, somos bárbaros; que si no tenemos, agua, luz y gas natural, somos inhumanos y necesitamos que venga una entidad superior, que nos acoja y reforme.

El chileno calla, el chileno otorga, por que tiene miles de cosas más importantes que hacer; con su silencio aprueba las medidas del gobierno, apoya el maltrato y asesinato de comuneros y manifestantes como Jaime Mendoza Collío, la última víctima fatal del abuso de carabineros. No es posible que coincidamos en destruir su sistema de vida y significados en pos del desarrollo. ¿Para qué? ¿Para que se vuelvan seres humanos planos y a merced del estrés y de la “dignificación del trabajo” occidental? ¿Para que no exijan más por tierras en las cuales no pueden vivir?

Lo más absurdo de esto, es que en vez de defender a nuestros pueblos originarios, nos preocupamos por asimilar en la vida cotidiana, las serenas prácticas orientales y los secretos ancestrales del yoga, Thai-Chi, Pilates y un montón de cosas más. Compatibilizamos con la espiritualidad oriental y no con la de nuestro propio país. Ignoramos la importancia que tiene la tierra y la naturaleza en los ritos mapuche a pesar de que con el vocabulario de hoy en día, podríamos llamarlos “los verdaderos ecologistas” y aun así, queremos desterrarlos y hacer que su cultura se quede detrás de un vidrio de museo. Si es así la situación, entonces comencemos a quitarles la isla de pascua a nuestros hermanos de Rapa Nui.

Todos llevamos un Jaime Mendoza Collao en la sangre, después de todo, de ahí vienen muchas de nuestras tradiciones, si algunos son capaces de bailar una danza mapuche o de representar un N´guillatún o Machitún, de enseñarles a las generaciones venideras la cultura de este pueblo, deben ser capaces también de tener una opinión sobre el constante abuso que existe en las comunidades mapuche.

Basta ya de esconder que carabineros de Chile ha disparado a familias enteras, incluyendo mujeres y niños, completamente desarmados; de que la política chilena pierda tiempo en interpelaciones al ministro del interior y de que el diputado Arenas (UDI) se ponga a jugar a las bolitas de papel cuando le “atacan” las tierras en el sur, de que la presidenta declare que la asignación de tierras se hará efectiva, y sin embargo nada cambie, de que les regalen becas indígenas de estudios superiores como dulces, para atenuar el hecho de que están matando su cultura.
Basta

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